Madrid: quando il silenzio danza con il duende

Il duende – quella forza misteriosa e ineffabile che attraversa l’arte flamenca – accompagna Úrsula López in ogni gesto, in ogni passo. La sua presenza scenica è una combinazione potentissima di forza, radici, talento e arte, il tutto avvolto da un’eleganza naturale, da grazia e soprattutto da un gusto impeccabile.

Per la prima volta, la sua compagnia calca il prestigioso palco del Teatro de la Zarzuela e lo fa con un omaggio vibrante a Federico García Lorca. È lui, Lorca, il filo rosso che attraversa lo spettacolo. Si dice che venga resuscitato attraverso il flamenco, attraverso la danza e il corpo che racconta. A questo si aggiunge la potenza scenica di Úrsula López e il suo profondo impegno artistico: non si limita a un’esecuzione tecnicamente impeccabile – qui c’è rischio, c’è sperimentazione, c’è vero virtuosismo.

La direzione scenica e artistica porta la sua firma, inconfondibile e generosa. Le coreografie di gruppo sono pensate per valorizzare ogni danzatore, dando spazio all’individualità in un contesto collettivo. È proprio da questa tensione tra singolo e insieme che nasce la solidità del gruppo. Il pubblico può apprezzare ogni danzatore per il proprio stile unico, riconoscendo però sempre l’armonia di un corpo artistico condiviso.

Nessuna scenografia, solo luci. O meglio: solo ombre, contrasti, chiaroscuri. La luce disegna il nero, scolpisce le sagome, svela e nasconde. In certi momenti si può quasi sentire la mancanza del colore, di una luce più aperta. Il nero domina la scena, e solo il rosso rompe la monocromia, come un colpo di scena visivo.

Ed è proprio in rosso che avviene uno dei momenti più alti dello spettacolo: l’intervento solista di Úrsula López con bata de cola, mantón e palillos. Un’esplosione di virtuosismo e controllo assoluto dello spazio, del corpo, degli accessori. Un inno all’arte più pura. ¡Qué bien bailan, las que bailan bien!

Ma a brillare non è solo Úrsula. Accanto a lei, eccellenti interpreti come Julia Acosta, Aita Rousseau, Miranda Alfonso, María Gómez e i formidabili bailaores Manuel Jiménez, Federico Núñez, Iván Orellana e Jesús Hinojosa, su coreografie firmate anche da Bienvenido Fonseca e Mario Maya.

Il cante – il canto flamenco – vibra nelle voci profonde e carismatiche di Sebastián Cruz e Tomás de Perrate, autentiche anime sonore dello spettacolo, accompagnati dalla chitarra di Pau Vallet, dal sax di Juán Jiménez e dalle percussioni di Antonio Moreno. Tutto sotto la regia sensibile di Luz Arcas.

Ma i momenti più toccanti sono quelli in cui tutto si ferma. Non c’è musica, non ci sono tacchi. Solo corpi. Solo braccia che danzano in silenzio, creando un’atmosfera sospesa, densa di tensione e bellezza. Uno spettacolo lorquiano, viscerale, commovente, che arriva dritto, scuote, emoziona. E fa vivere davvero.

Ricardo Ladrón de Guevara
(3 maggio 2025)

Originales en español

Sólo los más grandes bailan el silencio, y Úrsula López lo sabe hacer y muy bien.

El duende acompaña a Úrsula López en cada paso, en cada momento. Su fuerza, su raza, su talento y su arte están coronados de elegancia, de gracia y sobre todo de buen gusto. Por primera vez su Compañía baila sobre el suelo del Teatro de la Zarzuela y es nada menos y nada más que Lorca el hilo conductor de este espectáculo. Hablan de que resucitan a Federico con el Flamenco, con su danza y con su baile. Y a ello se suma su fuerza en escena y su compromiso. No solamente hay ejecución impecable si no que hay riesgo, hay vanguardia y sobre todo virtuosismo.

Firma la dirección escénica y artística con un sello que no hay manera de ignorar y es una gran generosidad. Las coreografías, grupales, están especialmente diseñadas para que cada parte, cada componente del ballet tenga la oportunidad de lucir su capacidad, su alcance y desde esa individualidad compartida pueda llevar al límite sus posibilidades. Esto hace que el grupo tenga una gran solidez. Se percibe un objetivo común y cada quien es parte ejecutora con grandeza y entrega. Puede disfrutar el público de no solo de esa “pataíta” que exhibe el sello de cada uno si no que puede valorarlos por separado pero siempre siendo parte.

No hay escenografía, la luz, la iluminación es aquella que se concibe para iluminar lo negro, las sombras proyectadas y el contraste entre lo que se proyecta a contraluz y lo que se puede ver. Es probable que como espectador llegues a echar de menos un poco de color o incluso de luz en algún momento. Porque lo negro lo invade todo, y solo lo rojo le saca un poco de cuadro.

Y es precisamente de rojo, la  intervención de la baiolara estelar con bata de cola, mantón y palillos en un alarde de virtuosismo inigualable. Un manejo preciso del espacio, un control fabuloso de su cuerpo y esos elementos que lleva, una verdadera “gozada” de arte. ¡Que ben bailan, las que bailan bien!

Y es que también bailan y muy bien, Julia Acosta, Aita Rousseau, ;Miranda Alfonso, María Gómez y los extraordinarios bailores Manuel Jiménez, Federico Núñez, Iván Orellana y Jesús Hinojosa. Bajo la coreografía también de Bienvenido Fonseca y Mario Maya

Y el cante brilla en las voces, incomparables de Sebastián Cruz y Tomás de Perrate, gargantas privilegiadas con hondura y tronío acompañados por la Guitarra de Pau Vallet, el Saxo de Juán Jiménez y la Percusión de Antonio Moreno, todos bajo la dirección de escena de Luz Arcas.

Lo mejor, momentos en los que no hay música, incluso tacones, sólo cuerpos, sólo hay brazos que se mueven al compás del silencio y que crean una atmósfera de tensión pero de total disfrute. Un espectáculo Lorquiano, bravío, emocionante, que llega, que impacta y que te hace vibrar y vivir.

Ricardo Ladrón de Guevara